En Cuba El Ministerio de Salud Pública se toma muy en serio el asunto de la epidemiología, especialmente con el caso del dengue y el zika… tan en serio que a veces ocurren desaguisados absurdos como el que me ha sucedido a mi en los últimos días. Les cuento:
El viernes pasado, mientras estaba en La Habana, por la tarde me intoxiqué, al parecer algo que comí me hizo daño (la sospecha recae en una croqueta de pescado que probé en la oficina) y me salió un rash por todo el cuerpo. No hice mucho caso del tema, esa noche viajé a mi casa en Matanzas, me tomé una benadrilina y me fui a dormir, pero como al día siguiente no mejoraba, decidí llegarme hasta el policlínico para que me pusieran un tratamiento serio por aquello de «no se automedique, acuda a su médico».
Claro, aparecerse con un rash en un policlínico de Matanzas un sábado en la mañana resulta casi delito, porque sin hacer ningún tipo de análisis ni tener otros antecedentes como fiebres, dolores de cabeza o articulares, te remiten para un hospital como sospechosa de dengue.
Y tú, puntualita y obediente te apareces con tu remisión en el hospital donde una doctora muy amable te ordena un leucograma que sale perfecto para las plaquetas, el eritro, el hematocrito y todos los «itros» esos para detectar el dengue, pero la doctora te dice, muy apenada, que de todos modos te tiene que ingresar porque llegaste remitida del policlínico y eso ahora forma parte del Parte Oficial que se le hace al puesto de mando de la epidemia, y te dice con mucha seriedad que si hubieras ido directo al hospital hubiera quedado todo claro desde el inicio, pues a todas luces se trata de una intoxicación.
Y para más seguridad, te manda a inyectar hidrocortisona y benadrilina, de manera que el rash de la confirmada intoxicación baje un poco en lo que vas a tu casa, compungida, a recoger tus bultos para pasar una absurda noche en el hospital porque, si no regresas, te ha asegurado la doctora que la mismísima policía va a ir a buscarte a la casa. Seguir leyendo Nueva agente transmisor del dengue: la croqueta de pescado →