Carta de René González a los participantes del BlogazoxCuba

Desde el jueves estuve «desconectada» y ya hubo quien protestó por mi silencio y ausencia ante los encendidos comentarios y polémicas que generó mi post sobre los médicos desertores. Sin embargo, me enontraba participando del Encuentro Nacional de Blogueros en Revolución, más conocido como BlogazoxCuba.

Se que el evento fue bien público y pudo ser seguido en vivo por video, blog y redes sociales, sin embargo, no podía dejar de comentarles mis impresiones.

Fue maravilloso poder conocer personalmente a muchos de los blogueros con los cuales mantengo regular contacto por vías digitales, intercambiar experiencias, nutrirme de sus conocimientos. El evento fue toda una escuela, donde además de aprender, nos divertimos y estrechamos la amistad existente  previamente o surgieron otras nuevas.

Compartir con Vicente Feliú, Mariela Castro, Enrique Ubieta, Manuel H. Lagarde, Rosa C Báez (la Polilla), Raúl Antonio Capote y hasta con Yohandry Fontana, entre otros, fue maravilloso y esencialmente enriquecedor por la diversidad de criterios que cada uno de los más de 60 participantes aportó.

La descarga con el trovador Tony Ávila, el homenaje a Antonio Gguiteras en El Morillo, y hasta la noche de fiesta en Varadero son momentos que todos nos llevamos guardados con inmenso cariño.

La carta de René González nos conmovió hasta lo más hondo, corrió como pólvora también la noticia de que la noche previa había participado en los debates de La Joven Cuba, comentando entre los demás foristas, que dudaron incluso de si se trataba de él realmente.

La carta, que fue leída como sorpresa especial para los participantes del BlogazoxCuba resultó uno de los momentos más memorables del evento, que estuvo lleno de ellos.Aquí les dejo el mensaje de René González…

Queridos participantes en el Encuentro de blogueros cubanos en Revolución:

Ante todo un fraternal saludo a nombre de los Cinco, y nuestros mejores deseos de que este evento sea un éxito y punto de partida para nuevos avances en sus propósitos.

Pongo, el perro que vivió

Tengo un perro dálmata (tricolor, quizás medio cruzado) desde hace unos meses, fue un regalo forzoso que me hizo mi hermanita Thalía, pues tiene otros dos perros y una gata en casa. Le dieron gustosamente la baja del núcleo familiar » una boca menos que alimentar», dijeron, y mi hermanita, que no quería desprenderse, tuvo que acatar silenciosamente lo que dictaron sus padres.

Para mi fue una ventaja, pues mi hiperquinético Alejandrito hace años me tiene mareada con la cantaleta «mamá, yo quiero un perrito»…así que había tenido tiempo de sacar el cálculo: quería un perro pequeño, que ocupara poco espacio, pues vivo en un apartamento, pero a la vez me preocupaba que mi hijo, con la mayor inocencia el mundo, en uno de sus juegos lanzara al perro por el balcón de nuestro tercer piso…y concluía mis meditaciones sabiendo que era perro grande, me gustara o no.

Por eso cuando me llegó Pongo (para apegarme al dibujo animado de Disney que mi hijo tanto adora), que ya tenía considerable estatura y peso como para que fuera imposible que Ale lo cargara y lanzara, ví los cielos abiertos.