Wilmar Villar Mendoza, otra víctima para los #buitresUsa

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quien doblan las campanas: doblan por ti. 

John Donne

El disidente cubano Wilmar Villar Mendoza, de 31 años, falleció a las 6.45 pm de ayer jueves en el Hospital Juan Bruno Zayas de Santiago de Cuba tras una huelga de hambre que duró alrededor de 50 días y que había iniciado luego de  ser condenado el pasado noviembre a cuatro años de cárcel.

A pesar de la esmerada atención médica (reconocida por los propios familiares, que permanecieron al tanto de todos los procedimientos) que recibiera en en la sala de cuidados intensivos del hospital, el fallecimiento se produjo debido a un proceso infeccioso respiratorio severo que derivó en sepsis generalizada , según informaron los galenos que allí lo atendieron. 

Wilmar había sido detenido el 14 de noviembre por delitos de desacato, resistencia y atentado. Según recogen algunas fuentes, su personalidad agresiva lo había llevado incluso al maltrato físico a su esposa Maritza Pelegrino, y por ello su propia suegra llegó a denunciarlo a las autoridades.

La madre del fallecido quien, según se ha informado, está casada con un oficial del Ministerio del Interior, estaba en desacuerdo con las actividades opositoras de su hijo, vinculado desde el pasado septiembre a un grupo llamado Unión Patriótica de Cuba.

El caso de Wilmar viene a sumarse al de su predecesor Orlando Zapata Tamayo, quien se dejó morir de hambre en febrero de 2010. El propio Elizardo Sánchez, más conocido como El Camaján, se ocupó de resaltar este detalle recientemente. Las similitudes saltan a la vista: ambos, eran delincuentes comunes, que fueron rebautizados por algunos agitadores a sueldo de Estados Unidos como «luchadores por la democracia» con el objetivo de hacerlos pasar por mártires de la libertad (yo, a decir verdad, no visualizo ninguna escuelita primaria en el futuro llevando de sus nombres).

Como ya resulta habitual, el diario hispano de Miami se ha sumado a la euforia y como buitre que se regodea en la muerte de un ser humano, se precipita a acusar a la «dictadura» de una muerte que a todas luces muchos de la mafia anticubana anhelaban y llevaban rogando desde que el pasado 13 de enero Wilmar fuera remitido de la penitenciaría de Aguadores al hospital Saturnino Lora debido a una neumonía severa en el pulmón izquierdo.

La muerte sirve a su causa, como mismo sirvió la de Orlando Zapata, que desde entonces ha sido enarbolado como bandera. Lo lamentable es que a pesar de aquella trágica experiencia, aún queden ilusos dispuestos a dejarse inmolar por dinero. Eso sucede única y exclusivamente debido a que la sucia política de Estados Unidos contra Cuba se ha convertido en un medio de vida para muchos, que acomodados desde la otra orilla incitan y animan a cometer estos suicidios absurdos, es más fácil si es otro quien arriesga el pellejo…

Y es que Zapata y Villar, como primerizos que eran, no contaron con la suerte de profesionales de las huelgas de hambre bien conocidos del Herald como Guillermo Fariñas, a quien varias veces el sistema de salud cubano le ha salvado la vida (yo creo que se merecería un récord Guinnes, ¿no?)

El blog de Yohandry publicó fotos de la funeraria donde se encuentra el cadáver de Wilmar, lugar que permanece tranquilo a pesar de las elucubraciones de quienes pretenden hacer creer que existe algún tipo de control policial en la zona.

Es lamentable la muerte de Wilmar, más triste aún que haya muerto por escuchar los cantos de sirena del American Way Of Life…mis más sinceras condolencias a quienes lo quisieron y estimaron. Como cubana, y como ser humano sinceramente deseo que cosas como esta no ocurran porque concuerdo con lo planteado por Donne, por ello comencé mi post con esa genial frase que luego Ernest  Hemigway citó en su libro Por quién doblan las campanas.