Oviedo, la Vocacional y otros cuentos II (gracias a Betsy)


IPVCE Carlos Marx de Matanzas
Mi amiga del alma y colega en la Editora Girón, Betsy Benítez, ha publicado recientemente un post en su blog De donde crece la palma dedicado a un personaje singular del IPVCE Carlos Marx donde ambas tuvimos la dicha de estudiar, aunque en cursos distintos.

Ese texto evocó en mi tantos recuerdos que cuando intenté escribir un comentario en su blog, me salió un post completo, y no quise desaprovecharlo, así que acá les dejo el link al texto original y mi posterior comentario:

Ay, Betsy, si supieras que Oviedo después de 10 años aún me ve por la calle y me recita aquello de «Rouslyn Navia Jordán, número 18, grupo 3» y de paso me pregunta por «Ariadna Jordán Jiménez, número 9, grupo 3» que era mi prima hermana de mi misma aula, a la que ya él no ve nunca porque se mudó pues…un poco lejos…

De Oviedo deben haber muchísimas anécdotas graciosas como la que cuentas. Recuerdo que era un personaje más que respetado, hasta temido, precisamente por ser implacable con el tema de dejarte sin pase si te atrapaba en alguna artimaña o travesura de esas de adolescentes de Pre.

Recuerdo que una mañana, dos o tres amigas y yo nos fuimos del aula unos 10 minutos antes de que comenzara el receso para llegar a la cafetería antes que los demás y evitar la multitudinaria cola…nos escabullimos lo más discretamente posible por las escaleras, recorrimos el pasillo del segundo piso sin ser vistas y cuando ya casi alcanzábamos las escaleras del aéreo de la biblioteca, una voz que nunca supimos de dónde venía, pero si de quién, nos sorprendió de pronto «¡¿Qué hacen ustedes fuera del aula a esta hora?!»

El susto de nuestras vidas…resulta que Oviedo estaba en el pasillo central, debajo de nosotras y nos había observado entre las hendijas de los peldaños de las escaleras que intentábamos subir con tanta cautela. Por suerte ese día parece que estaba de buen humor, o no creyó necesario llevar el asunto a consecuencias mayores y «la fuga» no trascendió, ni dejó secuelas más allá de aquella sensación que nos quedó, por el resto de nuestras vidas de estudiantes internas de que Oviedo «estaba, como Dios, en todas partes».

Es una suerte que todo aquel temor desapareciera al graduarnos, hoy lo saludo con gran afecto y ya no guardo tanto las distancias habituales en las que nos consideraba profesor/ogro-estudiante/víctima. He llegado a conocerlo un poco más y descubrí que a pesar de su severidad, nos recuerda con mucho cariño, a todos y cada uno de nosotros. Y somos muchos, cada tres años nuevos alumnos pasan a ocupar su atención y sin embargo jamás olvida un nombre, una cara, un grupo…

Ahora, diez años después, siempre que me lo tropiezo le hago la misma pregunta: «Oviedo, dime la verdad: ¿tú te estudiabas los listados de noche para memorizártelos?» Él siempre me sonríe, y me lo tira a broma…el secreto, como leí una vez en El Principito, es que Oviedo ve con el corazón.

Un comentario en “Oviedo, la Vocacional y otros cuentos II (gracias a Betsy)”

  1. Esto es para Edu.
    A ver si me publican este comentario.
    No te agotes mucho queriendo convencer a la gente en tu blog de las nobles razones que presiden las misiones internacionalistas que la República de Cuba realizó en África y en otras regiones del mundo y de que quienes gobiernan la nacion cubana se desvelan y se sacrifican- mas bien sacrifican a otros- por razones humanitarias o altrustas, que la gente no es tonta. Todo el analisis dice que en la isla, hay dos individuos a quienes no motiva otra pasion ni interes que no sea la autopreservacion de poder, beneficios y privilegios. Lo demas siempre se subordina, se negocia, se traiciona.

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